La peligrosa moda que cobró fuerza en EU tiene seguidores en México; en contra de lo que podría suponerse, no la siguen personas con poca escolarización sino todo lo contrario
Arath Sereno Ponce
El movimiento antivacunas, que nació hace 30 años y pone en peligro a los niños de padecer graves enfermedades prevenibles, ha ido ganado adeptos, sobre todo en Estados Unidos y Europa. En México, este grupo ha sumado seguidores y ganado terreno en los últimos meses, especialmente entre grupos sociales favorecidos.
Facebook es su red social favorita, la usan para difundir su ideología a través de videos cortos en los que “explican” el “error que cometes al vacunar a tus hijos” y buscan seguidores para el movimiento antivacunas. Su principal blanco es la vacuna contra el papiloma humano (VPH), pero atacan también a otras inmunizaciones.
Un estudio realizado en Estados Unidos comprobó que gran parte de los integrantes del movimiento en ese país pertenecen, en contra de lo que pudiera pensarse, a una clase privilegiada económicamente que, además, posee un rango de estudios superior al promedio, incluyendo maestrías y doctorados.
En México, tal parece que, a menor escala, sucede lo mismo y el movimiento tiene arraigo en la clase alta. No existen cifras oficiales, pero así lo confirma -con base en su experiencia profesional- la doctora María del Carmen Espinosa Sotelo, inmunóloga y experta en el campo de la vacunación y jefa de pediatría de la unidad de hospitalización del Hospital General de México Doctor Eduardo Liceaga.
Entre las razones que da la doctora Espinosa para explicar este fenómeno, está que las personas de un nivel socioeconómico alto tienen más acceso al internet, donde más se distribuye este tipo de información falsa.
También cometa que las personas con abundancia de recursos pueden no preocuparse tanto por vacunar a sus hijos, porque tienen un mejor acceso a la salud en caso de que se enfermen. Algo similar a lo que sucede en otros países, los más ricos pueden darse ese lujo.
El doctor Roberto Villegas, quien ha trabajado durante muchos años atendiendo a familias de clase media-alta y alta de la Ciudad de México como parte del grupo médico Sierra Nevada, apuntó a lo que parece ser el factor clave, y es que en algunos colegios privados, las medidas que se toman para prevenir que sus alumnos se enfermen son muy laxas, entre ellas está la nula exigencia o petición de que estén vacunados. Esto es algo que no pasa en las escuelas públicas, reconocen ambos expertos.
Espinosa explica que las escuelas públicas, y en especial las guarderías (que deben estar autorizadas por el Instituto Mexicano del Seguro Social), exigen que los infantes estén inmunizados; lo hacen por ley, pero también con el argumento de que, al estar en contacto con distintos niños, las enfermedades se contagian fácilmente.
El 90% de las vacunas que se aplican en nuestro país se hacen a través del sistema de salud pública; es decir que la mayoría de los habitantes pueden recibir sus inmunizaciones sin tener que pagar un solo peso.
Sin embargo, en la práctica privada existen médicos que recomiendan no vacunar contra ciertas enfermedades porque ya están controladas, muertas, erradicadas o, simplemente, ya no son comunes. Argumentan que podrían ser más perjudiciales que beneficiosas para el niño.
En ese sentido, Carmen Espinosa comenta que estos médicos que crean “su propio sistema de inmunizaciones”, diferente al que plantea la cartilla nacional de salud, no tienen una justificación científica sólida, especulan sobre si el niño va a o no a una guardería, a qué cosas está expuesto, a cuántas personas tendrán contacto con el, y otros elementos que no se basan en estudios serios, sino en creencias y apreciaciones del médico.
El doctor Villegas menciona que son principalmente los padres jóvenes los que suelen hacer caso de estas prácticas de oponerse a la vacunación o hacerla de manera “alternativa” , pues son los que más se dejan llevar por lo que leen en redes sociales o internet.
Italia y Rumania, el regreso del sarampión
Uno de los principales efectos que ha tenido el movimiento antivacunas a nivel mundial ha sido el resurgimiento del sarampión, una enfermedad viral que, gracias a la vacuna triple, se consideraba erradicada en muchos países, incluido México.
Sin embargo, en marzo del 2018 la vacunación fue un tema de preocupación para los mexicanos y las autoridades sanitarias del país, pues se detectaron cuatro casos de sarampión, tres en la Ciudad de México y uno en Baja California.
Ninguno de estos casos fue indicativo de que estuviera iniciando una epidemia como resultado de falta de vacunación en México, sino que el virus llegó desde otro país. En los casos de la Ciudad de México, los afectados fueron: una mujer italiana residente en México y que trabajaba en el consulado de su país, su hijo que llegó a nuestro país después de haber cumplido la edad de vacunación obligatoria, y la mujer que se encargaba de cuidar el menor.
La procedencia de quienes van al consulado, en cambio, sí podría ser un indicativo de lo que está sucediendo en Italia, donde ha habido un crecimiento considerable en el número de personas que se oponen a la vacunación. De hecho, en Europa, en 2017 se registraron más de 21 mil casos de sarampión, 5 mil de ellos solo en Italia.
Pero el caso más notable es el de Rumanía, donde en 2017 se reportaron 9,300 casos de sarampión. Uno de los elementos que provocó el surgimiento de un fuerte movimiento antivacunas, fue la publicación en internet unos años antes del libro de la doctora Christa Todea-Gross, en el cual retomaba las mentiras de Andrew Wakefield (no hay forma de calificarlas de otra manera) y explicaba los supuestos males que podría traer la vacuna triple viral.
Su impacto fue contundente: la vacunación en el país europeo disminuyó casi en un 80%. Las autoridades rumanas tuvieron que tomar cartas en el asunto y crear campañas para prevenir la desinformación, además de hacer conciencia en la necesidad de las vacunas.
A pesar de los esfuerzos del gobierno rumano, para el momento de la campaña ya habían muerto 34 personas, por no contar los casos en que los pacientes de sarampión quedaron sordos, con problemas cerebrales o pulmonares de por vida.
El Parlamento Europeo (PE), ha manifestado su preocupación ante el actual rechazo a la vacunación, y se ha pedido intensificar las medidas y las campañas de inmunización, incluso grupos dedicados a temas medioambientales se han pronunciado a favor de imponer normas más estrictas para fortalecer las medidas que se tienen actualmente.
Sin embargo, cabe dudar de que estas medidas vayan a funcionar dado que el argumento en Europa suele ser, no tanto la negación de los beneficios de las vacunas, como la protesta ante “la imposición del gobierno” de hacerlas obligatorias.
México, el peligro de estar saludable
La Organización Mundial de la Salud (OMS) lleva años tratando de lograr la vacunación universal y, con ese propósito, puso un en marcha un plan de acción global.
Entre sus resultados están que la vacunación salvó 10 millones de vidas a nivel mundial entre 2005 y 2010, que el tétanos neonatal y maternal fueron eliminados del sudeste asiático, que la poliomielitis solo subsiste en unos cuantos países, y que el sarampión y la rubeola fueron erradicadas del continente americano.
En este esfuerzo, la OMS ha reconocido el papel de nuestro país: “Tras mejorar la precisión de sus datos de inmunización, México encontró que su cobertura de vacunación era 10% menor a la que se pensaba. Al hacer visibles a grupos olvidados de personas, México pudo convertirlos en una prioridad para las acciones de remediación”, dice un documento de la OMS.
Es decir, México es un país, en general, sano y lleva tiempo siéndolo. Ahora, el riesgo es que los mexicanos, al dejar de ver o padecer casos de polio o tos ferina (por mencionar un par), olviden que existen peligrosas enfermedades mortales o incapacitantes que pueden prevenirse con las vacunas, y empiecen a seguir la moda irracional del movimiento antivacunas del mundo desarrollado.