Desentrañar el misterio de que todo comenzó con un Big Bang no fue lo único que Sheldon y sus amigos nos enseñaron
Amigos y amigas, damas y caballeros de la ciencia: estamos aquí reunidos para recordar al inmortal Sheldon Cooper, físico teórico, ganador del Nobel por su descubrimiento de la superasimetría cuántica, insoportable y adorable a la misma vez.
Hoy lo rememoramos como el icono de la ciencia que simbolizó por 12 años… y más. Solo por 12 años supimos de su vida, pero Sheldon Cooper sobrevivió a su vida de celebridad hollywoodense y vivió plenamente al lado de Amy Farah Fowler, su esposa, ganadora también del Nobel, neurocientífica laureada por sus propios logros. Vivieron una vida provecta y rica de experiencias.
¡Sheldon Cooper, yo te vi comprando cómics en la tienda de Stuart!
¡Sheldon Cooper, te vi tomando tu primer trago en la Cheese Cake Factory, cortesía de Penny!
¡Sheldon Cooper, estoy contigo en Pasadena!
Por 12 temporadas The Big Bang Theory, la serie cómica más exitosa en la historia de la televisión de Estados Unidos, narró la vida de Sheldon Cooper, Leonard Hofstadter, Rajesh Raj Koothrappali, Howard Wolowitz. Nerds de abolengo, los cuatro científicos de la universidad Caltech fueron estrellas para un mundo que no sabe cómo lidiar con la ciencia y la tecnología; una época en la que ser geek está de moda. Vivan los cómics, las referencias de cultura pop y los datos más asequibles de la física.
Criticada por su supuesto público clave (los nerds), The Big Bang Theory logró juntar 18 millones de espectadores cada semana. En mayo de este 2019 el show terminó con una nota alta: Sheldon Cooper, interpretado por el talentosísimo Jim Parsons, gana el Nobel de física, uno de los ganadores más jóvenes de la historia.
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La pregunta surge: ¿Por qué a los nerds/geeks no les gustaba la serie? Chuck Lorre, el productor principal, es un tipo que sabe mucho de rating pero poco de sensibilidad social. Mientras muchos nos reíamos por ahí, entraba de manera insidiosa una sensación de que la serie no se estaba riendo con los nerds, sino, más bien, pecado mortal, burlándose de ellos.
Nacieron otros shows sobre nerds: The IT Crowd, Silicon Valley. Ninguna tuvo el alcance de las aventuras de Sheldon Cooper y sus amigos.
Un placer culpable
En lo que se refiere a la que escribe, The Big Bang Theory se convirtió en mi placer culpable. Sí, podía ver la simpleza de las referencias a cultura pop—cosas que no son tan geeks, casi cualquiera que ha ido al cine o visto la televisión las conocería–, y era perfectamente consciente de que no era un programa perfecto.
Pero, vaya, cómo me hacía reír. The Big Bang Theory fue la serie de mi juventud temprana. Era el programa que mis amigos y yo comentábamos en la cafetería de la universidad. Éramos nerds y en aquellas primeras temporadas encontrábamos sabroso platicar de aquello con lo que nos sentíamos identificados.
Poco a poco, mis amigos fueron desertando. Ya no era tan chistosa, era insensible, era boba. No me importó. Era mi placer secreto.
Supongo que, en este sitio que se dedica al periodismo de ciencia, los conocimientos que adquirí vía la serie sobre física cuántica, astrofísica y hasta geología son nada. Cualquier lector me superaría. Pero debo decir que gracias a The Big Bang Theory me interesé por la ciencia “dura”. Y eso ya es decir.
Te voy a extrañar, doctor Sheldon Cooper.