La exposición Custodias del maíz, donde la artista propone volver a los orígenes terrestres y animales, se inaugura este sábado.
Cuando la escultora Alejandra Zermeño (Ciudad de México, 1979) era niña soñaba con animales. Su tío era biólogo y le llenaba la cabeza de historias animales. Pensaba en ser bióloga ella misma. “Cuando me dijeron que tenía que abrir animalitos se me fueron totalmente las ganas”, dice Zermeño con una sonrisa.
Zermeño es una persona espiritual. Cuando la zoología inspiró su serie de obras BiDA: biología interna de los animales lo hizo porque reconoció su admiración por los animales, su ser y estar.
“Los animales están en el presente, sin embargo saben amar, conocen la gratitud y el dar compañía”, explica. Aun cuando suene a cliché, para Zermeño los animales son sabios.
En BiDA, Zermeño seguía un proceso de creación muy íntimo: escogía un modelo entre sus personas cercanas y las convertía en símbolo de algún animal. Eran obras conceptuales; el objetivo de la escultura no era inmediato, pero había una historia fascinante detrás de cada una. Por eso a Zermeño le gusta dar visitas guiadas por sus exposiciones, disfruta compartir con quien se deje un pedazo de su proceso creativo.
Ahora se presenta una nueva etapa en la carrera de Alejandra Zermeño: Custodias del maíz. Las custodias son mujeres que han dedicado su vida a trabajar y, como sugiere el título de la serie, a cuidar del maíz.
“Estas son obras más directas que las de Bida”, explica, “en cada una el significado es más o menos evidente”.
Cada mujer que posó para su pieza aparece con su bestia sagrada. Los animales las guiarán al más allá y de alguna forma marcharán alrededor de sus almas para darles forma y sustancia.
Como no se avergüenza de ser una artista confesional, Zermeño dice que cada obra representa la mitad de la historia de la mujer modelo y la otra mitad la historia de la artista. El uso de flores en una de las piezas, por ejemplo, viene de su propia noción de que todos estamos hechos de universo.
“Somos carbono, el carbono están en las estrellas, nos convertiremos en parte del cielo”.
En el mundo contemporáneo de la vida citadina nos hemos apartado de la naturaleza. Para Zermeño, hemos de volver de poco a poco a los orígenes terrestres, animales.
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“Es el sendero para encontrar a personas más felices”, dice Zermeño, que perdió a su madre cuando era una adulta joven, de un cáncer terrible que la consumió como se consume una mariposa en la tela de una araña.Hubo momentos de duda y de dolor en el proceso de crear Custodias del maíz.
La serie se había pensado para ser estrenada en San Francisco, California, pero problemas burocráticos tanto en México como en EU se conjugaron para evitar que esto sucediera.Y eso creó una nueva oportunidad.
Zermeño, que usualmente trabaja con yeso y resina, hizo sus primeros vaciados en broce para las Custodias. El resultado es bellísimo: piezas impactantes que parecen sacadas de una película de Wes Anderson; pequeñas sinfonías para los niños.
Este fin de semana, por fin, las Custodias del maíz serán conocidas por en público. Se estrenan en la galería Aguafuerte de la colonia Roma. La cita es este sábado 3 de agosto a las 12 en Guanajuato 118. Allá nos vemos.