Un modelo matemático estima que, como mínimo, la prevalencia de esta condición en México se reduciría en 14.7% e implicaría un ahorro de 1,800 millones de dólares.
Cinco años después de la implementación del etiquetado de advertencia sobre el contenido de azúcares, sodio y grasas de los alimentos, habrá, como mínimo, “una reducción de 1.3 millones de casos de obesidad y una reducción de 1,800 millones de dólares en costos directos e indirectos” para México. Este es el pronóstico de un estudio publicado hace unos días en la revista PLoS Medicine.
Ana Basto-Abreu, autora principal del estudio, comenta que con su modelo matemático calculan que el etiquetado produciría una reducción de 37 calorías al día por persona y que basaron su estimación en los parámetros más conservadores que pudieron encontrar en la literatura científica (mismos que se obtuvieron en una serie de experimentos en Canadá).
“Si usáramos los parámetros del impacto observado en Chile para las bebidas azucaradas, que publicaron hace unos meses, podríamos pasar de esas 37 calorías a 86 al día”, con lo cual habría 2.8 millones casos de obesidad menos, añade Basto-Abreu, y resalta que se trata del efecto real medido en ese país donde el etiquetado de advertencia se implementó desde mediados de 2016.
Sin embargo, “nos gusta ser conservadores porque podemos decir ‘este sería el impacto mínimo que podríamos esperar en la población mexicana’”.
La disminución para los 125 millones de mexicanos en esos cinco años sería de cerca de 8 billones de calorías, lo cual puede sonar a mucho, pero “eso no quiere decir que el etiquetado por sí solo vaya a ser la bala de plata que resuelva el gigantesco problema de obesidad que hay en México”, dice Tonatiuh Barrientos-Gutiérrez, coautor del estudio.
Actualmente, los adultos en México, en promedio, consumimos el 31% de nuestra ingesta energética total de las bebidas azucaradas y los snacks. El problema que tenemos “ha ido creciendo y creciendo durante décadas”. Para combatirlo “tiene que haber una estrategia coordinada que toque todos los distintos puntos de inflexión que nos llevaron hasta donde estamos en este momento”, agrega.
“Hay un poco de trampa en decir que la obesidad es multicausal. Claro que lo es, eso no quiere decir que no sepamos cuáles son las causas principales y las más importantes, y, dentro de ellas, desde luego está el consumo de alimentos y bebidas ultraprocesadas”: Tonatiuh Barrientos-Gutiérrez, coautor del estudio.
El etiquetado es una de las estrategias; poner impuestos a los alimentos dañinos es otra, la prohibición a la publicidad y al marketing, sobre todo el que está dirigido a niños, es otra…
Otros beneficios
De acuerdo con el estudio, después de cinco años, las etiquetas de advertencia podrían ahorrarle al país aproximadamente 1,800 millones de dólares en costos directos e indirectos relacionados con el problema de obesidad.
Los expertos explican que los costos directos en salud es el dinero que invierte el estado en atender estas enfermedades en la población; los indirectos son los beneficios que obtienen personas, como disfrutar de más años de vida saludable, en los que pueden trabajar pues son aptos y funcionales.
Este cálculo económico también está hecho a la baja. Barrientos-Gutiérrez comenta que “para nosotros es muy importante ser conservadores, porque esto que nosotros hacemos no es publicidad ni marketing, es ciencia. Y cuando haces ciencia tienes que tener un compromiso muy claro con que los datos que utilizas sean robustos y mesurados.
“Desde ese punto de vista y por la credibilidad en general es mejor quedarnos cortos que irnos largos. de manera que las personas puedan seguir confiando en la ciencia. Es lo que nos distingue de la industria, no tenemos un interés velado“.
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Después del etiquetado
El equipo de investigadores del Instituto Nacional de Salud Pública que hicieron el estudio están conscientes de que la lucha contra la obesidad es un maratón de largo aliento, por lo que ya propusieron hacer cambios en su principal herramienta de monitoreo, la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT).
“En lugar de hacerla cada seis años, como se hacía antes, se va a ir levantando cada año en diferentes lugares. De manera que al cabo de los seis años tengamos la información completa del país; pero también tendremos indicadores año con año”, dice Barrientos-Gutiérrez.
Basto-Abreu explica que hay diversas razones para pensar que el panorama es aún más optimista, pues solo están viendo el efecto del etiquetado en snacks y bebidas, y de éstos sólo el consumo de calorías. Tampoco están contemplando que, como en Chile, se reformulen los productos.
“En México no sabemos cómo se va a comportar la industria, pero pensamos que sí van a reformular sus productos y que esto tendrá un impacto todavía más benéfico para la población”, concluye Ana Basto-Abreu.
“Yo no diría que los productos van a ser más benéficos -agrega Gutiérrez-, yo diría que van a ser menos dañinos”.