A pesar de la gran popularidad que tiene la práctica del ayuno intermitente desde hace algunos años, son pocos los estudios científicos que se han hecho al respecto.
Una revisión de lo que se ha hecho hasta el momento encontró que el ayuno intermitente no sólo funciona sino que además prácticamente no provoca daños.
La revisión, hecha por investigadores de la Universidad de Illinois en Chicago y publicada en la revista Nature Reviews Endocrinology a principios de este año, destaca que las diferentes formas de ayuno intermitente producen “pocos efectos adversos gastrointestinales, neurológicos, hormonales o metabólicos”.
Por otra parte, las diferentes mediciones realizadas encontraron que la pérdida de peso logrado con el ayuno intermitente es similar al que se consigue con dietas las tradicionales que restringen la ingesta diaria de calorías; es decir, la pérdida de peso es de entre el 3 y el 8% al cabo de ocho a 12 semanas, lo que se considera una reducción moderada o ligera.
En ese sentido, la investigación, encabezada por Krista Varady, encontró resultados similares en las tres formas más comunes de esta práctica: ayuno, o consumo de un máximo de 500 calorías, en días alternados; hacer dos días de ayuno consecutivos a la semana, y la también llamada alimentación restringida en el tiempo, es decir, comer solo una vez al día o dos en un período restringido de tiempo.
Otro resultado importante fue que el ayuno intermitente funciona tanto para personas con obesidad y sobrepeso, como para quienes no padecen de estas condiciones; además, las personas con resistencia a la insulina o prediabetes se benefician del ayuno intermitente, perdiendo cantidades de peso similares a las de las personas sin esas condiciones.
“Recibo muchos correos electrónicos de personas que dicen que han estado en la dieta durante 10 a 15 años, que revirtió su diabetes tipo 2 y perdieron 60 libras (27 kilogramos), y que era la única dieta que podían seguir. Siempre es bueno escuchar eso, pero necesitamos datos científicos para respaldarlo”.
Este comentario de Varady, aunque optimista destaca que, si bien abunda la evidencia anecdótica de los beneficios de esta práctica, aún queda mucho por investigar, sobre todo en el largo plazo; sin embargo, hay por lo menos un beneficio que, aunque puede sonar demasiado bueno para ser verdad, lo es:
“El mito principal es que las personas se sentirán débiles y no podrán concentrarse durante el ayuno. Hemos demostrado que sucede lo contrario: en realidad tienen una mejor capacidad de concentración”.
Sin embargo la experta agrega que es muy importante que las personas con alguna de estas condiciones que quieran practicar alguna forma de ayuno intermitente lo hagan bajo supervisión médica.
Ayuno intermitente: ¿la solución mágica?
Según explica Varady en un comunicado de la Universidad de Illinois, el aumento de energía y capacidad mental que se produce con el ayuno intermitente podría ser una respuesta evolutiva para dar fuerza a los hambrientos en su búsqueda de comida, ya que durante los millones de años de evolución de nuestra especie hasta el descubrimiento de la agricultura, más que ayunar, pasamos hambre.
Este hecho conduce a la idea de que el ayuno, una práctica común y recurrente en muchas culturas del mundo, puede contribuir a prevenir el cáncer, algunas infecciones, las enfermedades autoinmunes y a aumentar el tiempo de vida.
La prevención de enfermedades se explicaría porque, ante la falta de alimento, el sistema inmune redobla esfuerzos y elimina hongos, bacterias y células defectuosas o tumorales; por otra parte, reducir la ingesta de calorías hace que el metabolismo pase a un “modo más eficiente” que hace que el “tiempo metabólico” pase más lentamente retrasando el envejecimiento. Esto está perfectamente comprobado… en ratones y hormigas.
Que viva la reina (que ayuna)
De acuerdo con una investigación de Victoria Acosta-Rodríguez y colaboradores, publicada en la revista Science en mayo de este año, la restricción calórica, que se ha visto que prolonga la vida de los ratones, funciona aún mejor cuando los animales ayunan durante lapsos de al menos 12 horas, aumentando el tiempo de vida en 35 por ciento, y en las hormigas es aún más sorprendente.
También en Science, el primero de septiembre pasado, se dio a conocer el descubrimiento de una proteína que suprime parte del metabolismo de la insulina, la hormona que controla el azúcar en el cuerpo, en las hormigas reina de la especie Harpegnathos saltator de la India, que suelen vivir cinco años, mientras que las obreras viven solo siete meses.
Cuando una reina Harpegnathos muere, las obreras compiten en “duelos” para convertirse en una “pseudoreina”, con algunos de los comportamientos de reina, incluida la puesta de huevos, y su esperanza de vida aumenta sustancialmente de siete meses a cuatro años.
La investigación descubrió, por un lado, que las obreras que cambian a pseudoreinas producen más insulina en sus cerebros, lo cual controla el metabolismo, la formación de óvulos y eventualmente la producción de huevos; por otro lado, comienzan a producir una proteína supresora de insulina que bloquea el envejecimiento.
Sin embargo, tal vez por los ocho, 10 o 12 mil años que, dependiendo de la región, llevamos viviendo en la abundancia como especie, en los seres humanos los efectos de la restricción calórica no es tan claras como en los ratones (y el control de la insulina es mucho menor que en las hormigas); tal parece que al aplicar los mismos principios de restricción calórica sólo alargamos nuestro tiempo vida un par de años (alrededor del 2%) , descontando, eso sí, los beneficios de no tener sobrepeso, obesidad o diabetes tipo dos, que por sí solos aumentan los riesgos de muerte.
Ayuno intermitente contra covid-19 y otros males
Durante la pandemia Covid-19, un estudio descubrió que los pacientes que desde hacía décadas practicaban por su religión el ayuno intermitente tuvieron un riesgo menor de hospitalización o muerte por la infección del coronavirus SARS-CoV-2 que los pacientes que no lo hacían.
“Ya se ha demostrado que el ayuno intermitente reduce la inflamación y mejora la salud cardiovascular. En este estudio, encontramos beneficios adicionales cuando se trata de combatir una infección de COVID-19 en pacientes que han estado ayunando durante décadas”.
Los datos y estas palabras de Benjamin Horne, de Intermountain Healthcare y coautor del reporte de la investigación publicado en julio pasado en BMJ Nutrition, Prevention & Health, dan sustento a la idea de que quienes practican el ayuno intermitente tienen un sistema inmune más activo que les permite resistir mejor las infecciones.
Advertencia
Los autores que han analizado el tema sugieren que quienes se inician en la práctica del ayuno intermitente deben hacerlo bajo supervisión médica, en especial si tienen alguna condición endócrina.
En ese sentido, investigaciones hechas sobre el ayuno intermitente que se hace durante el mes sagrado musulmán del Ramadán, en las que no se toma ni agua diariamente desde que sale el Sol hasta que se pone, implica riesgo de hospitalización para quienes tienen problemas de control de la insulina.