En esta temporada, la Mariposa Monarca ocupó su reserva en México a niveles que no se veían hace más de 10 años. Aquí les contamos algunas de las historias que están haciendo posible este rescate.
Beatriz Pascual Alonso
Durante la noche y las primeras horas de la mañana, las mariposas monarca se mantienen colgadas de las ramas de los árboles de oyamel. En grandes racimos, se sujetan con las patas y mantienen las alas cerradas, así se protegen del frío invernal. Pero cuando los rayos del sol empiezan a calentar el ambiente, las mariposas echan a volar en busca de agua y alimento. En medio del silencio del bosque, su vuelo suena como un estallido de color naranja que inunda la parte alta de las montañas de los bosques del centro de México.
Este insecto de apenas medio gramo de peso y aparentemente frágil, realiza un trayecto de más de 4 mil kilómetros en aproximadamente 33 días de vuelo para llegar hasta los santuarios mexicanos. Es en estos bosques donde las mariposas encuentran cobijo de las bajas temperaturas del invierno de Canadá y Estados Unidos.
Estar en un santuario de mariposas es como estar inmerso en un bosque encantado o en un cuento de hadas.
México cuenta con cinco santuarios de mariposa monarca en los límites del Estado de México y Michoacán. El santuario michoacano conocido como El Rosario es el más grande y, por lo tanto, el que más turistas recibe al año. Ahí nos encontramos con Don Eliseo Verduño, un guía de turistas que desde hace más de 30 años acompaña a los visitantes hasta los lugares de hibernación de las mariposas.
Don Eliseo es un hombre menudo y sereno. En temporada de mariposas, sube y baja el cerro unas cinco o seis veces al día en compañía de su caballo; ambos caminan pacientes al ritmo de los turistas que llevan a su cargo.
Durante la subida, se escuchan sólo nuestros pasos, los del caballo y la voz de Don Eliseo, quien aprovecha el trayecto para compartir los conocimientos que ha adquirido sobre el periodo de hibernación de la mariposas: “Aquí no nacen mariposas, nacen en Canadá y Estados Unidos. A México nomás vienen a hibernar, aquí las maripositas buscan árboles grandes para colgarse y protegerse del frío. En cuanto llega la primavera, las mariposas se aparean y se regresan al norte”.
Santuario y cementerio
A lo largo de un año, en Canadá y Estados Unidos, nacen entre cuatro y cinco generaciones de mariposas monarca (Danaus plexippus). Cada generación vive entre 15 y 45 días. Sin embargo, la migración la lleva a cabo una generación muy especial, que nace en septiembre y puede vivir hasta nueve meses. Esta generación muere en primavera una vez que ha pasado el invierno en México y ha depositado los huevecillos en el trayecto de regreso a Estados Unidos.
Pablo Fabián Jaramillo-López, biólogo de la Universidad Nacional Autónoma de México, quien nos concedió una entrevista en la sala de su casa en Morelia, explica que, a la generación migratoria, se le conoce popularmente como Generación Matusalén, precisamente, porque vive mucho más que las otras.
“Desde que nacen son diferentes al resto, es como si su desarrollo se quedara bloqueado. A este proceso se le conoce como diapausa reproductiva. Se trata de un mecanismo de algunos insectos en el que se mantienen con poca actividad metabólica, lo que les permite resistir condiciones ambientales desfavorables”, dice Jaramillo-López.
En marzo, las hembras, emprenden el viaje de regreso al norte en busca del algodoncillo o asclepia, la planta hospedera de la monarca. En estos arbustos depositan los huevecillos que darán vida a la siguiente generación de mariposas. Las mariposas macho mueren en México y los pocos que sobreviven mueren en el camino de regreso.
“Se sigue estudiando si los cuerpos de las mariposas macho que quedan en los bosques de México son parte de lo que ayuda a la siguiente generación de mariposas a regresar, un año después, al mismo lugar a pasar el invierno”: Jaramillo-López.
Don Eliseo explica de forma más llana por qué los cuerpos de las mariposas macho quedan en México: “Estos bosques son santuario y cementerio de la mariposa monarca, por eso yo les explico a los turistas que no hay que llevárselas ni muertas… si no luego, cuando regresan los bisnietos al siguiente año, ¿a quién visitan? Ellas llegan el mero día 28 (de octubre) y celebran a sus muertos como uno. Por eso las mariposas siempre están aquí para esa fecha”.
La historia de un secreto que viajaba en el aire
El lugar de hibernación de la mariposa monarca fue descubierto en 1975, cuando Ken Brugger y su esposa Catalina Aguado, encontraron en Cerro Pelón, Ejido El Capulín, Estado de México, una mariposa que había sido previamente etiquetada en Massachusetts. Ken Brugger y su esposa, participaban como voluntarios aficionados en un proyecto de investigación dirigido por Fred y Nora Urquhart, dos zoólogos canadienses que comenzaron su trabajo de investigación en 1940.
Cuenta Don Eliseo que antes de que se descubrieran los santuarios mexicanos, los lugareños pensaban que las mariposas monarcas eran una plaga de palomillas, “antes no se sabía nada de nada, ¡incluso las quemaban! Ahora ya es bien diferente, si viera cómo las cuidamos… a ellas y a su bosque”.
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No fue sino hasta el año 2000 que estas tierras fueron decretadas como área natural protegida, lo que hoy se conoce como Reserva de la Biosfera Mariposa Monarca. Las 56,259 hectáreas de los santuarios están ubicadas en los límites de los estados de Michoacán y el Estado de México. Las zonas que están por encima de los 3 mil metros de altura son consideradas como zona núcleo y comprenden una extensión total de 13,551 hectáreas. Se conocen como Cerro Pelón, Sierra Chincua y Cerro Altamirano. El resto del territorio protegido funciona como zona de amortiguamiento.
En los últimos años, los registros de presencia de mariposa monarca han sido poco alentadores. Las estadísticas muestran un evidente descenso en la población del lepidóptero, según los datos del World Wildlife Fund México, que desde 1993 realiza un trabajo de monitoreo de la ocupación de monarcas durante el periodo hibernación en territorio mexicano.
Sin embargo, esta temporada 2018-2019 la ocupación alcanzó niveles que no se veían desde el 2006-2007 e incluso se registró por primera vez una colonia en el ejido Ojo de Agua, en el Nevado de Toluca.
“Unos años vienen más mariposas y unos años menos”, relató Don Eliseo mientras tiraba de su caballo entre las brechas de tierra que se han ido formando por el paso de los turistas. “En general sí ha disminuido un poco la cantidad de mariposas. Dicen que es porque en la frontera de Estados Unidos con México echan muchos pesticidas, ahí es donde matan a las mariposas, por eso llegan menos…”
En entrevista vía Skype, Eduardo Rendón Salinas, biólogo de la Universidad Autónoma de México (UNAM) y encargado del proyecto del WWF desde hace 25 años, asegura que la disminución de mariposas responde a diferentes factores y que hay que tener en cuenta que las cuatro o cinco generaciones de mariposas que nacen durante un año, se enfrentan en cada territorio con diferentes problemas, todos ellos relacionados con la actividad humana: “Lo que le pasa a una generación, le afecta directamente a las siguientes”, dijo.
La guerra de la agricultura contra el algodoncillo
Con los datos que se tienen actualmente en el ámbito científico, no es posible determinar con exactitud cuál o cuáles son las causas que inciden de manera más contundente en la pérdida de la mariposa monarca. Sin embargo, hay una serie de prácticas que no contribuyen a la supervivencia de la especie. Una de ellas, es la eliminación del algondoncillo.
De algodoncillo existen muchas variedades, pero la Asclepia curassavica es la que encontramos en México. Además de hospedera de la monarca, su flor de color rojo y amarillo es también una importante fuente de néctar para las abejas y otras especies de mariposas. Aunque la monarca puede obtener néctar de otras variedades de flores, es completamente dependiente de la asclepia para completar su ciclo de vida, ya que sólo deposita sus huevecillos en esta planta y es el único alimento de la oruga cuando nace.
Durante el invierno, las mariposas permanecen juntas formando racimos en las ramas de los árboles para mantener su temperatura y conservar la energía, pero cuando llegan a territorio estadounidense su comportamiento es totalmente distinto. En esta etapa de su ciclo de vida, las mariposas expanden su hábitat en busca de asclepia y, de manera individual, van depositando sus huevecillos. Además, la monarca juega un papel muy importante como polinizador, especialmente en el trayecto migratorio.
Pese a la belleza de la asclepia y de su relación simbiótica con la mariposa, en el ámbito de la agricultura, esta planta no es precisamente apreciada. En los sembradíos, compite por espacio y recursos con cultivos de gran demanda mundial como el maíz y la soya. En las grandes extensiones agrícolas de Estados Unidos y Canadá, es tratada como maleza o como cualquier otra plaga oportunista y, para evitar su propagación, se utilizan sofisticados métodos de fumigación. Estas prácticas han disminuido de manera considerable la abundancia de los diferentes tipos de asclepia en América.
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El doctor Pablo Fabián Jaramillo-López, asegura que las grandes extensiones de cultivos de Estados Unidos y Canadá, se han convertido en un factor de riesgo para el fenómeno migratorio de la mariposa monarca, ya que con los métodos que se utilizan actualmente para eliminar las plagas, la asclepia no tiene posibilidad de sobrevivir en estos territorios.
“Las plantas pueden desarrollar resistencia a los compuestos químicos de manera natural, pero para evitarlo, en este tipo de cultivos cada año hacen rotación, es decir, cambian los insecticidas y herbicidas, cada uno con diferentes compuestos activos. Con esta técnica, las plagas quedan sin posibilidad de supervivencia”, dice Jaramillo-López.
Además de las colonias que viven en Estados Unidos y Canadá, existen poblaciones de mariposa monarca en países como Australia, España, Islas Canarias y algunas zonas de Centro América. Debido a ello, aún no ha sido posible declarar a este insecto en peligro de extinción. Sin embargo, la inquietud de algunos científicos y la sociedad civil, ha conseguido llevar una petición al Servicio de Pesca y Vida Silvestre de los Estados Unidos para incluir a las mariposas como especie amenazada bajo la Ley de Especies en Peligro. Esta petición, según un reciente artículo publicado en la revista Science, deberá resolverse antes del mes de junio del año en curso.
La lenta desaparición del bosque
En Estados Unidos y Canadá, el foco de atención está puesto en la escasez de asclepia. En México, el problema principal es la reducción del hábitat, es decir, la desaparición del bosque; por un lado, por la tala clandestina; por el otro, la sustitución del bosque por el cultivo de aguacates. Por si faltaran amenazas, también está la industria minera.
Según los datos de la WWF, entre 2003 y 2005 se registró el índice más alto de deforestación en la Reserva Mariposa Monarca, cuando se alcanzó una pérdida de bosque de casi 500 hectáreas en la zona núcleo, lo que equivale a cerca de un 3.7% de esta área.
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Jorge E. Schondoube, doctor en biología de la UNAM y ecólogo de campo, asegura que mantener este bosque en buenas condiciones es fundamental para la supervivencia del fenómeno migratorio de la mariposa monarca. No se trata sólo de la zona núcleo, la zona de amortiguamiento tiene una función vital.
“El territorio de bosque que está alrededor de las zonas núcleo de la reserva ayuda a preservar las condiciones ideales para la estancia de la mariposa monarca. Por ejemplo, si se reduce o se elimina la zona de amortiguamiento, las temperaturas en la zona núcleo se vuelven más extremas.” señaló el experto.
A partir del año 2000, cuando estas tierras se declararon Reserva de la Biosfera, el WWF comenzó a trabajar en el bosque bajo un nuevo esquema financiero: el Fondo Monarca. Se trata de un fondo patrimonial de 6.5 millones de dólares, resultado de la donación de cinco millones de la Fundación David and Lucile Packard, un millón más que aportó la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) y otras donaciones de los gobiernos estatales. Con los intereses que se generan, se les ofrece a los habitantes y propietarios de la zona núcleo de la Reserva un incentivo económico por realizar servicios ambientales.
Rendón Salinas explica que al principio fue complicado convencer a ejidatarios y comunidades indígenas de trabajar bajo este esquema, ya que cada grupo tiene diferentes ideologías e intereses. Sin embargo, según el encargado de este proyecto, a partir del año 2009, se logró controlar la tala clandestina.
“El programa Fondo Monarca ha funcionado y las cifras así lo demuestran. Actualmente la tala clandestina está prácticamente erradicada en la zona núcleo”, Rendón Salinas.
Don Eliseo, al igual que los 261 ejidatarios de la comunidad del Rosario, es beneficiario del incentivo económico que ofrece Fondo Monarca a través del WWF, “…nuestro sueldo es de $800 por semana y a veces los turistas nos dan alguna propinita”. Este sueldo, explica, lo reciben un año sí y dos no, porque hay turnos y no todos los años les toca. “Ahorita trabajamos 87 gentes en este grupo y pa’l siguiente año trabajan otros 87, nos vamos turnando”.
Cuando se van las mariposas y con ellas los turistas, los jefes de familia y los jóvenes mayores de 15 años, migran a ciudades cercanas —o lejanas— a buscar trabajo para llevar dinero a casa. “Yo tengo cinco hijos, tres mujercitas y dos hombres. Ya no quisieron estudiar más cuando terminaron la secundaria, mejor se fueron a la capital a trabajar para ayudar con el gasto y tener comida”, agrega don Eliseo.
La amenaza de los aguacates y las minas
El cambio de uso de suelo es quizá el problema más importante al que se enfrenta el fenómeno migratorio de la mariposa monarca, especialmente en México. El árbol del aguacate, por ejemplo, requiere de mucha agua para crecer, de modo que, si se cambian territorios de bosque por este cultivo, los mantos acuíferos se quedan sin la ayuda de los árboles del bosque para seguir almacenando agua.
Actualmente, el aguacate mexicano se consume en 34 países alrededor del mundo y el auge que ha adquirido este fruto en los últimos años, ha motivado a algunos agricultores de la Reserva a cambiar el uso de suelo de sus tierras para beneficiarse de este jugoso negocio.
Por citar un ejemplo, la Secretaría de Desarrollo Económico del Estado de Michoacán, estimó que el periodo de diciembre de 2017 a febrero de 2018 Michoacán exportó 100 mil toneladas de aguacate a Estados Unidos, lo que significó una derrama económica de 3 mil millones de pesos.
Jorge Schondoube, explica que la introducción del aguacate en la Reserva tiene dos costos importantes: “El primero es la deforestación, ya que rompe más la capacidad de los bosques para mantener un clima estable; el segundo son los químicos que se le agregan al ambiente. Aquí los aguacateros utilizan insecticidas y herbicidas y fumigan una vez al mes, incluso cuando es la temporada de hibernación de la monarca”.
Pero el problema del cambio de uso de suelo no tiene que ver sólo con los cultivos. Otra de las actividades que podría afectar gravemente a la Reserva es la minería, una de las industrias que afectan de manera más negativa al medio ambiente.
En el año 2006, el gobierno mexicano otorgó a Grupo México un permiso para la explotación de la mina de Angangueo, ubicada en el subsuelo de la zona núcleo de la Reserva de la Monarca. Hasta ahora, no se ha registrado actividad, sin embargo, este permiso aún no ha expirado, por lo que los científicos mexicanos lo consideran un peligro latente para la reserva.
Isabel Ramírez Ramírez, Investigadora titular en el Centro de Investigación de Geografía Ambiental de la UNAM, asegura que hacer minería a gran escala en la zona núcleo de la Reserva puede traer graves consecuencias en el corto, mediano y largo plazo.
“La minería actual no es como la que se hacía hace años. Ahora, con la maquinaria moderna se llega mucho más profundo y para sacar el mineral se bombea el agua de los mantos acuíferos. Esta agua que sacan sale contaminada y ocasiona graves daños de dimensiones difíciles de estimar” , indicó la experta.
La mina aún no se está explotando, pero según Don Eliseo, él y los otros 261 ejidatarios del Rosario reciben de parte de este grupo minero $5,000 mensuales. “Es un acuerdo al que se llegó con los ingenieros que andan ahí en la mina, nos dan ese dinero porque de alguna manera nos están rentando las tierras” explicó el guía.
La migración de las personas
Igual que las mariposas, algunas familias mexicanas de la región también migran y cruzan la frontera para buscar mejores condiciones de vida.
Don Emilio Velázquez, es guía de turistas en el santuario conocido como Cerro Pelón. Tal como Don Eliseo Verduño, lleva años acompañando a los turistas a visitar los santuarios. Don Emilio nació en Macheros, una pequeña y pintoresca localidad de tan sólo 315 habitantes ubicada en la parte baja del cerro. Un día él y su esposa decidieron cruzar la frontera y migrar a los Estados Unidos para buscar fortuna. Estuvieron 10 años; allá nació su hija.
“Allá ganaba muy bien, mi patrón era buena gente, en mi cumpleaños me daba el día libre y una paga extra para que me fuera de paseo con la familia” recuerda el guía.
Pero entonces se vieron injustamente involucrados en un conflicto legal con un pariente de Emilio. Las consecuencias fueron tales que él y su mujer pasaron un tiempo en la cárcel.
“Estuvimos encerrados y separados como un año. Le tuvimos que pedir a un buen amigo que adoptara a nuestra hija porque, si no, el gobierno americano la daría en adopción o nos la dejaban en un orfanatorio. Estuvimos pagando abogados para demostrar nuestra inocencia; hasta que, por fin, uno nos dijo que lo más fácil era declararnos culpables y salir deportados… y así lo hicimos”.
Como muchos otros mexicanos en situación de necesidad, Emilio y su mujer habían cruzado la frontera sin papeles, de “mojados”, por lo que ya nunca podrán regresar a los Estados Unidos. Aunque están en su lugar de origen y con su gente, añoran la posibilidad de tener una vida más holgada.
Dadas las circunstancias actuales de la Reserva y la situación de la asclepia en Estados Unidos y Canadá, el fenómeno migratorio de la mariposa monarca se enfrenta a una serie de desafíos que superar.
Los científicos mexicanos coinciden en que la parte que le toca a México es darle a la Reserva un manejo integral, que tenga en cuenta tanto los aspectos biológicos y ecológicos del bosque y la mariposa, como las necesidades de los pobladores de la Reserva.
Pablo Fabián Jaramillo-López considera que, “esta situación es en la que realmente habría que centrarse, en darles un trabajo bueno, que les deje a los habitantes de la reserva suficiente dinero para vivir bien todo el año sin tener que salir de sus casas”.
Ellos, los pobladores, saben bien de la trascendencia de cuidar sus bosques “…nosotros ya vamos casi de salida, hay que ver por los hijos y por los nietos, para que sigan teniendo esto, por eso se está conservando”, dice Don Eliseo Verduño.
Con la llegada de la primavera las mariposas se aparean y comienzan el trayecto de regreso al norte. Y con su partida, el bosque queda vacío, porque con la última mariposa monarca que lo abandona, también se van los pobladores del bosque, en especial los jefes de familia. Viajan al norte o a las ciudades aledañas para buscar un trabajo, otro, que aunque no les guste tanto, lo tienen que hacer para mantener a sus familias lo que resta del año.