Históricamente, sólo el 6% de los intentos para hacer una vacuna resultan exitosos, por lo que quienes esperan que haya una contra SARS-CoV-2 para este otoño podrían decepcionarse
En Rusia, el presidente Vladimir Putin espera tener una vacuna para septiembre; de hecho, ya aisló a un grupo de militares para que se hagan pruebas clínicas con ellos.
En Estados Unidos este verano compañías farmacéuticas harán tres ensayos clínicos de fase III (la última) en meses consecutivos: Moderna probará su vacuna en julio, en agosto lo hará AstraZeneca y en septiembre será Johnson & Johnson.
En la ciudad de México, la titular de la Secretaría de Educación, Ciencia, Tecnología e Innovación, Rosaura Ruiz, dijo que harían pruebas para detectar al virus SARS-CoV-2 y darían seguimiento de contactos “hasta que haya una vacuna”; por lo pronto, están pensado que el esfuerzo durará hasta octubre.
De hecho, en un arranque de optimismo (o un intento de ganar votos) el gobierno estadounidense de Donald Trump ya compró 300 millones de dosis de la vacuna que están desarrollando la farmacéutica inglesa AstraZeneca y la Universidad de Oxford, y espera recibirlas a finales de septiembre o principios de octubre (pagó 1,200 millones de dólares). También le dieron 480 millones de dólares a Moderna y a mil millones a Johnson&Johnson.
Sin embargo, todo parece indicar que incluso quienes consideran que habrá una vacuna para, ya no digamos septiembre u octubre, finales de 2020 están pecando de optimistas, y quizá hasta los que creen que será para mediados de 2021, como Johnson & Johnson. Hay bastante información que nos invita a ser, si no pesimistas, cuando menos pacientes.
Una vacuna atípica
De acuerdo con una publicación reciente de The Lancet, hasta ahora el tiempo promedio para que se desarrolle una vacuna es de 10 años, y aunque es evidente que el ahínco, los recursos, la tecnología y la urgencia con que se está buscando la inmunización contra covid-19 no tienen precedente, también es cierto que la ciencia del diseño de vacunas dista mucho de ser exacta.
La Organización Mundial de la Salud reportó recientemente que en el mundo existen 10 proyectos para desarrollar una vacuna que se encuentran en fases clínicas (es decir, que se están probando con humanos), y 126 en fases preclínicas.
“No todas las plataformas funcionarán”, le dijo a The Lancet Adrian Hill, uno de los científicos del Instituto Edward Jener de la Universidad de Oxford que participa en el desarrollo de la vacuna de AstraZeneca, llamada AZD1222.
De hecho, la publicación informa que la tasa de éxito típica para el desarrollo de vacunas es del 6% por ciento. De lo que se podría inferir que solo ocho de los 136 desarrollos que se están haciendo van a funcionar. Pensar que los laboratorios que llevan la delantera en esta carrera serán los exitosos también puede ser demasiado optimista.
En terreno desconocido
A lo anterior hay que sumar que ante covid-19, los científicos “vacunólogos” se encuentran en un terreno desconocido, pues, hasta la fecha nunca se ha hecho una vacuna contra un coronavirus; no se había considerado necesario ya que, de los seis coronavirus infecciosos que se conocían antes de la llegada del SARS-CoV-2, cuatro provocan síntomas ligeros y los dos peligrosos, el del SARS y el del MERS, se erradicaron con medidas no farmacéuticas, como las que estamos tomando ante la actual pandemia.
Además, dos de las tecnologías en que se basan los desarrollos más avanzados son nuevas (una usa ARN mensajero y la otra un vector de adenovirus) y, aunque se supone que son muy seguras, no se tienen la certeza de que lo serán en este caso.
El proyecto más prometedor parece ser el de la Universidad de Oxford y AstraZeneca, que en este momento están haciendo en el Reino Unido los primeros estudios de fase 3, un ensayo con 10,000 personas, sobre todo adultos sanos de entre 18 y 65 años, pero no exclusivamente; además están preparándose para hacer una prueba con 30,000 voluntarios en los Estados Unidos este verano.
La vacuna de Oxford y AstraZeneca está construyendo algo que no todos los esfuerzos podrán tener: la posibilidad de hacer una producción a gran escala. De hecho, mientras hacen las pruebas clínicas y con el dinero de los contribuyentes estadounidenses, están construyendo la infraestructura para la producción masiva.
Sin embargo, esta inusitada velocidad aún debe, por ética y seguridad, esperar a que otros grupos independientes corroboren los resultados de sus pruebas clínicas.
Dada la demanda mundial que existe, es deseable que más de uno de los proyectos tenga éxito, pero una vez que así sea desde el punto de vista biomédico, vienen los problemas de distribución y venta, lo que presenta obstáculos desde los puntos de vista económico, regulatorio, geográfico y geopolítico.
En principio, las primeras dosis deberían ser para los trabajadores de la salud en todo el mundo y para las poblaciones de riesgo; pero no hay duda que se destinarán a los pobladores países que han invertido en los desarrollos, es decir: Estados Unidos, primero, seguido de Inglaterra y la Unión Europea.
Rusia y China, donde el control estatal será mayor, muy probablemente se queden con su producción, si es que la hacen; de hecho, Putin tendrá una consulta popular en julio para ver si, a fin de seguir manejando la emergencia de la pandemia, se reforma la constitución de manera que él pueda permanecer en el poder hasta 2036.
¿Y a México, cuándo?
Ante el panorama México tendrá que esperar y no es posible saber cuánto. Sobre todo porque no tenemos capacidad de producción, no digamos para una vacuna nueva, para casi ninguna.
En Laboratorios de Biológicos y Reactivos Birmex, la empresa paraestatal encargada de abastecer de medicamentos biológicos en el país, a pesar de que asegura ser la más importante de América Latina, no solo no hay preparativos para enfrentar a Covid-19 sino que el proyecto de influenza no se actualiza desde 2012 y el de desarrollo de otras vacunas virales reporta un solo avance en una antipoliomielítica de septiembre de 2016.
Birmex fabrica una vacuna antitetánica y antidiftérica y la antipoliomielítica, todas las demás solo las distribuye; así que, de momento no hay forma de saber cuándo se podrá distribuir alguna de las que generarán inmunidad contra Covid-19.