Economía, política y educación, los temas que llegaron a preocupar más al Nobel de química
Cuando supe que iba a tener la oportunidad de platicar alrededor de una hora con Mario Molina, premio Nobel de Química de 1995, me preparé a conciencia. Y no me sirvió de nada.
Nos veríamos la tarde anterior a que presentara una conferencia sobre el cambio climático en el Lindau Nobel Laureate Meeting de 2013 , así que me puse a leer sobre la ciencia del efecto invernadero y las innovaciones tecnológicas que se proponían para combatirlo.
Nos encontramos en el restaurante del hotel donde se hospedaban alrededor de 35 premios Nobel en esa pequeña población del sur de Alemania. Molina era muy amable y atento, y todo iba a muy bien hasta que hice la primera de las preguntas, algo sobre tecnologías para capturar el dióxido de carbono.
“Todo eso es cuestión de economía”, me dijo, y a partir de ahí hablamos de eso, de política, de beneficios sociales, de educación, pero de química, radiación infrarroja o dinámica atmosférica, nada.
“Lo más sencillo sigue siendo reducir emisiones, es lo más barato. Los economistas ambientales que analizan esto calculan que le costaría al planeta el uno o dos por ciento del PIB mundial, que es mucho menos que el costo de los impactos; pero es una decisión política importante”, dijo, y aclaró “que no hay una solución como de bala de plata, una solución única. No, hay que hacer muchas cosas”.
El verdadero riesgo, la falta de información
La primera de esas soluciones que mencionó sería el uso de la muchas veces temida energía nuclear. “Como cualquier otra forma de energía tiene sus riesgos, pero no más que el petróleo o el carbón. Sin embargo, con la tecnología esos riesgos se pueden controlar”, comentó, y agregó que hay una importante falta de información importante en el tema y que eso genera miedo en el público.
La energía nuclear, “no ofrece más problemas de la eólica, incluso hay cálculos de mis colegas de MIT que si (esta última) proveyera el 30, 40 o 50 por ciento de las necesidades energéticas del planeta también cambiaría el clima. No se puede hacer en esa escala; pero la nuclear sí, porque ya tenemos idea de cómo resolver los problemas”.
“Lo que pasó en Fukushima fue muy mala suerte, por el terremoto y por dos plantas (que estaban) a punto de ser cerradas por obsoletas… Y Chernobyl tenía un diseño totalmente obsoleto. Ese tipo de cosas ya no sucederían“.
“El segundo problema son los residuos radiactivos, que la gente pues no quiere tener en su terreno, pero son cantidades muy pequeñas comparadas con los desechos de otras energías; la cantidad de CO2 es gigantesca, en comparación. Existe la tecnología para ponerlos en el subsuelo, en pequeñas cantidades sin que pase nada; pero, claro, eso asusta mucho a la gente, pero es por falta de información”.
“Si lo quisieras resumir, la energía solar y la nuclear son dos tecnologías que están ya suficientemente avanzadas para resolver el problema, y, si vemos las curvas de qué tanto están disminuyendo el precio y el riesgo, vemos que con esas dos formas de energía se puede resolver el problema con un costo muy moderado”.
“Esa idea de los escépticos de que reducir las emisiones va a deshacer la civilización porque le va a costar muchísimo es totalmente ridícula con la tecnología actual”.
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Soluciones fáciles, decisiones polémicas
La entrevista ocurrió unos pocos meses después de que Enrique Peña Nieto tomara posesión como presidente de México, así que le pregunté a Molina qué tan comprometido veía al nuevo presidente con el cuidado del medio ambiente. Respondió que conocía a Peña Nieto “desde que era gobernador del Estado de México” y agregó que “nos ha hecho mucho caso”.
“Nosotros hacemos recomendaciones muy cuidadosas, que van en el sentido de que se puede mejorar la economía del país y al mismo tiempo proteger al medio ambiente. No estamos en la posición de algunas instituciones ambientalistas que a cualquier costo quieren tomar medidas”, dijo y agregó que la economía del país y la protección del ambiente “por fortuna van por el mismo camino”.
“México no puede, por ejemplo, reducir el uso de combustibles fósiles drásticamente porque no lo ha hecho el resto del planeta, no puede perder competitividad; pero puede promover la eficiencia energética, puede quitar subsidios, que es lo que ya está empezando a pasar con la gasolina”, dijo.
Además de la reducción al subsidio a la gasolina, Molina y su equipo trabajaron en aumentar la eficiencia en el sector de la construcción, algo que tiene “un costo mayor al principio pero se recupera rápidamente”.
“Las compañías constructoras están de acuerdo con el gobierno. Ya hemos trabajado con las construcciones de interés social, con el Infonavit (Instituto del Fondo Nacional para la Vivienda de los Trabajadores) y Conavi (Comisión Nacional de Vivienda), y hay varias constructoras particulares que están trabajando con el Centro Mario Molina”.
Algo que se nota que le da gusto comentar, es que “ya tenemos una manera de medir no solo los aspectos ambientales, también los aspectos económicos y sociales“. Agregó que “se pueden hacer casas verdes sin mucha dificultad, que consuman menos energía y que tengan electrodomésticos eficientes… ya se está empezando a hacer”.
Otro tema controversial que Molina abordó sin reparo fue el del fracking. “Claro que ha habido abusos, sobre todo al principio. Pero hay una analogía con la energía nuclear. Analizado por expertos, es posible, no siempre pero es posible, explotar el shale gas con muy poco daño al medio ambiente… Esto ya se probó. Hay decenas de miles de pozos en Estados Unidos, entonces hay demostraciones de que muchos sí pueden funcionar bien”.
“Para convencer a los políticos, a los tomadores de decisiones, lo más sencillo es comunicarles que esto tiene un beneficio económico y que se lo pueden comunicar al público. Por supuesto necesita haber cierto apoyo del público para que los políticos tomen las decisiones.
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“Si ven que hay mucha resistencia es más difícil; como, por ejemplo, con los subsidios a la gasolina. Por supuesto, la gente se enojó, pero el gobierno lo puede hacer… eso se llama liderazgo, el gobierno puede hacer algo bueno para la sociedad aunque la sociedad no esté muy bien enterada“.
La verdadera solución
“Lo que se necesita para que funcione el planeta es gente muy bien educada que tome decisiones con base en la evidencia“, dijo Mario Molina, quien era, y no muy en el fondo, un optimista.
Se refería tanto a la educación escolar como a la de valores, una que cambie la idea de que la economía tiene que estar siempre en crecimiento y que se basa en el alto consumo. “Esas son cosas que hay que cambiar”.
“En todo el planeta ya empieza a haber modelos pedagógicos que están revolucionando la educación… Hay en México, Estados Unidos, Francia. Son casi proyectos piloto, pero están funcionando espectacularmente”. De hecho, Molina participaba con entusiasmo en la iniciativa educativa llamada Innovec.
“Tenemos ya más de medio millón de niños en las escuelas primarias con unos programas que se llaman Sevics”, en lo que “se les enseña ciencia a los niños de una manera totalmente distinta. En lugar de tener una maestra hablándoles y ellos memorizando, se les dan kits con los que hacen experimentos. Les dan por ejemplo, cables, focos y pilas y ellos se las tienen que ingeniar para que eso funcione. Y lo hacen estupendamente…
“El maestro tiene un papel muy importante, pero no es dominar o enseñar, sino de dar guía y estímulo… Aprenden a trabajar en equipo; si hacen experimentos con animales o plantas, es una manera de despertarles el respeto por la naturaleza y, entre ellos, el respeto por la opinión de otros”.
“Esto ya no es un experimento, hay más de medio millón. Todavía hay que evaluarlo con más detalle, pero no es solo un experimento en México, esta en Francia y en otros lados. Y es sorprendentemente bien aceptado por los maestros, les encanta ver cuando los niños aprenden”. Aunque admite que “en México sí hay problemas con el sindicato, con algunos maestros que no quieren cambiar o no quieren ser evaluados”.
Al día siguiente, Molina cerró su conferencia diciendo: “No es solo cuestión de economía, regresemos a los valores: nuestra generación tiene la responsabilidad de dejarle a las generación futuras un planeta en el que tengan, al menos, las mismas oportunidades que nosotros tuvimos para alcanzar un estándar de vida alto y una buena calidad de vida”.