En un laboratorio de la UNAM se hizo un prototipo de ventiladores baratos y portátiles desde finales de abril; los trámites de aprobación se atoraron en Conacyt
En México, como en buena parte de América Latina, la dependencia tecnológica es grande y la innovación escasa. Prueba de ello, la dio recientemente la titular del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), María Elena Álvarez Buylla, cuando ofreció que se entregarían 700 ventiladores hechos con “tecnología mexicana” para el 15 de mayo pasado y no solo no cumplió sino que ya ni siquiera toca el tema.
Lo curioso es que más o menos desde esas fechas, en un laboratorio de la UNAM estaba listo un prototipo para hacer ventiladores baratos y portátiles; sin embargo, los trámites para que se aprobaran y llegaran a producirse a gran escala se quedaron atorados, justamente, en Conacyt.
Con tecnología espacial
Gustavo Medina Tanco, quien encabeza el Laboratorio de Instrumentación Espacial en el Instituto de Ciencias Nucleares de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), comenta que empezaron a trabajar en temas relacionados con la pandemia de covid-19 desde marzo. “Cuando vimos que esto se venía muy feo y nos pareció que la sociedad tenía también que meter las manos en el asunto”.
“Vimos dos posibilidades de contribuir, y las dos las hemos atacado. Una estaba del lado de la emergencia, que es la falta de ventiladores, y la otra es para la vuelta a la normalidad”, una aplicación para evaluar vulnerabilidad.
Con la experiencia que tienen desarrollando tecnología espacial, en cuatro semanas desarrollaron un prototipo para ventiladores de emergencia “que tiene limitaciones pero que tiene los modos fundamentales, está basado en un modelo del MIT pero está desarrollado completamente por nosotros”.
El trabajo de este equipo de físicos se hizo en comunicación constante con “la gente que sabe de esto”, dice Medina Tanco, como especialistas de pulmón del Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER) y del Instituto de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán, “donde tienen el único simulador de pulmón que hay en la ciudad de México” y donde han hecho dos sesiones para mejorar el diseño y una más para calibrarlo y validarlo.
También, en conjunto con la Facultad de Veterinaria y Zootecnia de la UNAM, hicieron tres pruebas con cerdos que fueron exitosas, “incluso las dos primeras que eran para mejorar el diseño”. Cada prueba requirió de 15 personas, entre cirujanos, anestesiólogos, personal para análisis clínico.
La tercera prueba se hizo con un cerdo de tamaño similar a un ser humano, en estado de coma inducido por una fuerte anestesia y que hubiera muerto rápidamente de no ser por el ventilador; además se le hacía un análisis de sangre cada 15 minutos para verificar que no solo estaba vivo, también que estaba en buenas condiciones.
Por último, se hicieron autopsias a los tres cerdos para verificar que no hubiera daños adicionales por la conexión al ventilador. No los hubo.
Ventiladores portátiles, posibles y accesibles
El instrumento es portátil. La idea es que los ventiladores que se construyan puedan ser usados en zonas rurales o en lugares apartados, donde no haya equipo; además es barato, todo el costo anda en el orden de los 700 dólares.
“Nunca me planteé la posibilidad de hacer solamente un prototipo -dice Medina Tanco-. El objetivo fue entregar ventiladores donde se necesitaran”.
Medina Tanco es un tipo de investigador poco usual en el país, pues siempre ha tenido apoyo de empresas para sus proyectos de investigación y desarrollo de equipo espacial. Así que ya se puso de acuerdo con un grupo de empresas que están listas para producir al menos los primeros 100 ventiladores de forma gratuita (Steren, AG Electrónica, Publicidad Virtual, Biomédica de Referencia, Truper y otras); además, la multinacional francesa ENGIE también está dispuesta a apoyar en cuanto haya un certificación.
Sin embargo, a pesar de que la documentación del proyecto fue mandada a Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) desde hace semanas, la institución no había dado respuesta hasta el martes de esta semana.
En principio, la idea es que primero se mandaran los proyectos a Conacyt, que los revisaría y después los pasaría a la Comisión Federal para la Protección de Riesgos Sanitarios (Cofepris); sin embargo, el 2 de junio, Cofepris dio a conocer que no había recibido solicitudes para fabricar ventiladores.
Medina Tanco y su equipo decidieron entonces mandar su solicitud directamente a Cofepris. En este momento están esperando el dictamen y ya hay una empresa de Guadalajara que hace equipos médicos clase 3 que está dispuesta a donar el proceso de fabricación.
“El proceso no es todo lo rápido que esperábamos dada la emergencia… Para que te des una idea, un instrumento desarrollado en el Jet Propulsion Laboratory de la NASA, con las mismas limitaciones técnicas que el nuestro, fue aprobado por la FDA (la Administración de Alimentos y Medicamentos de EU) en una semana” comenta Medina Tanco.
Entre riesgos y oportunidades
Además de los ventiladores, el equipo del Laboratorio de Instrumentación Espacial (LINX) elaboró una aplicación, que ya está en línea, para evaluar la vulnerabilidad ante covid-19. Se distingue de otras que ya existen porque no se basa en averiguar dónde vive la persona para relacionarla con el mapa de la UNAM, sino que aplica los resultados de un estudio hecho en Inglaterra con un millón 600 mil personas, por lo que puede dar una estimación de la vulnerabilidad.
Además, con esos datos la aplicación, que se puede usar en cualquier celular (covid19.sol21ct.com) elabora su propio mapa de riesgo de la ciudad o localidad, “para que la gente pueda tomar decisiones y también las instituciones y los gobiernos”.
Para Medina Tanco, covid-19 nos está mostrando, como sociedad, lo importante que es invertir en ciencia y tecnología, disciplinas que han sido “un poco desmerecidas, como si fuera un lujo en la sociedad… No son un lujo, son un cimiento”.
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